Carolina África (1980, Alcorcón) es dramaturga, actriz, directora, guionista y productora. Ha sido dos veces finalista de los premios Max (los Goya del teatro) con ‘Verano en diciembre’ y ‘El desdén con el desdén’ de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ha trabajado para directores de prestigio como José María Flotats, Magüi Mira y David Trueba, y fundó junto a Laura Cortón la Compañía La Belloch.
Vecina de Parque Lisboa, todos sus estudios los cursó en el colegio La Inmaculada, donde jugó a baloncesto; estudió baile en la escuela Edimey y bailé en el grupo de jazz del cole llegando incluso a ser Cheerleader del Real Madrid de baloncesto y de Los panteras de fútbol americano.
«Estudié en la Escuela Municipal de Teatro de Alcorcón con Pilar Barona a la vez que estaba en la facultad de periodismo y antes de la Resad. De hecho, gracias a la escuela de Alcorcón pisé por primera vez las tablas del Teatro Buero Vallejo», explica.
«Mi primera compañía de teatro también tenía la sede en Alcorcón y se llamaba Arte sanas teatro, con ella representamos La edad de la ciruela de Arístides Vargas ganando el premio de interpretación de Alcorcón, y luego con El principito al desnudo gané los premios mencionados en la entrevista Mejor actriz Alcorcón 2008 y Mejor interpretación Madrid Sur 2008 donde representamos a Alcorcón. También gané el segundo premio de poesía de Alcorcón en el año 2004 (creo). En 2020 mi compañía estuvo programada con Otoño en abril en el Buero Vallejo», completa sus datos biográficos Carolina África.
P-¿Qué te llevó a decantarte por el mundo artístico?
Desde pequeña he tenido fascinación por todo lo relacionado con el escenario y la escritura. Mis mejores recuerdos de infancia son junto a mis hermanas y siempre están ligados al juego, la danza… Inventábamos pequeñas obras teatrales, imitábamos a personajes famosos y dramatizábamos las canciones de Mecano para representarlas frente a nuestras abuelas, padres. Éramos muy artistas y salerosas las tres. La escritura también fue desde muy temprana edad un refugio y una salvación para mí. Al final, me dedico a lo que de verdad me hacía feliz de pequeña: dirigir, escribir e interpretar. En definitiva, crear.
P-¿Cómo te sientes más cómoda, como dramaturga, productora, actriz, escritora, directora o guionista?
La base de todo mi trabajo está en la sensación de subirme a un escenario para jugar a ser otro y desde ahí expandir el alma y el corazón. Cuando escribo es una soledad muy bella donde de alguna manera mágica me siento acompañada; me gusta leer en voz alta fragmentos enteros para sentir si de verdad hay algo movilizador ahí, así que, de nuevo la actriz aparece. También escribir un guion es una manera de soñar y dar forma a historias pero las imagino siempre en boca de personajes, más vivo que literario.
Me cuesta elegir entre todas las disciplinas porque cada una tiene su particularidad y su tesoro: dirigir es quizá donde confluyen y se materializan todas ellas: Es un acto de amor compartido, me encanta pasar tiempo con los actores, el equipo técnico y creativo que se ponen al servicio del mismo proyecto común. Es un lujo impagable. Dirigiendo también soy muy feliz.
Quizá el aspecto que menos me gusta es el de ser productora: jugarte los ahorros, coordinar las tareas logísticas, estar pendiente de trámites administrativos infinitos… es muy complicado, da muchos disgustos y roba mucha energía. Menos mal que en mi compañía: La Belloch, somos dos y estas labores recaen con más peso en mi socia: Laura Cortón.
P- Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero eso no es siempre así. ¿Has podido actuar o llevar a escena tus obras en Alcorcón?
Pues sí, lo he conseguido, pero me ha costado mucho trabajo y no he exhibido muchos espectáculos que me hubiera encantado poder llevar.
En el Buero Vallejo me dieron el premio a Mejor actriz en 2008, luego representé a Alcorcón en el Madrid Sur donde también gané el premio a mejor interpretación recién licenciada en la Resad.
Después, profesionalmente, he podido mostrar Otoño en abril y un monólogo de violencia de género; pero otros espectáculos como Vientos de Levante o Verano en diciembre no he podido llevarlos allí y tengo una espinita clavada… aún estamos a tiempo de arreglarlo.
P-De los premios nacionales recibidos, ¿con cuál te quedas? ¿Llegará el Max?
Los premios tienen un componente azaroso muy grande y sin embargo nos entregamos con regocijo o tristeza otorgándoles una legitimidad que es muy dudosa. Lo mejor de un premio es que se traduzca en trabajo futuro y por ese lado tengo mucho que agradecer: el Premio Nacional Calderón de la Barca de autoría Novel que recibí en 2012 me abrió una futura carrera como escritora.
Quizá me quedo con éste porque fue el primero y gracias al dinero recibido monté el espectáculo y ahí empezaron muchas cosas: nacimiento de la compañía, programación en el Centro Dramático Nacional, giras nacionales e internacionales, nominaciones a los Max… sin embargo otro premio Nacional que tengo, el de Directoras de Escena de Torrejón lo recibí recién parida (hubo que sustituirme en la representación) y acudí a recogerlo con mi bebé de días en brazos y también fue inolvidable.
P-¿Qué necesita la escena española actual para brillar con más fuerza? ¿Falta apoyo institucional? ¿Falta público? ¿Faltan creadores?
Necesita una voluntad colectiva, social, institucional y política para fomentar el encuentro entre el teatro y la gente. La cultura, el arte, pueden salvarte en momentos difíciles: duelo, desamor, pérdida… y también pueden multiplicar tus momentos de felicidad aportando diversión, expansión del alma y conocimiento.
El arte es un arma de construcción masiva frente a tanta destrucción que también nos acecha. No creo que falten creadores, pero sí apoyo, ideas y riesgo para hacer de la cultura una seña identitaria como lo es el fútbol o tomar cañas.
P- Muchos de tus espectáculos han logrado reconocimiento internacional. ¿Tienen algún hilo en común?, ¿Cuáles son tus obsesiones como autora?, ¿Qué intentas lograr del público?
He tenido la fortuna de girar con mis espectáculos dentro y fuera de España y también de verlos representados en otras lenguas. Me maravilla y emociona mucho comprobar que mis historias llegan a un público tan amplio y diverso. Supongo que el hilo común es hablar de este misterio tan insondable que llamamos vida. Mis obsesiones son múltiples pero supongo que siempre están vinculadas a las relaciones humanas, los miedos y anhelos. Al final son temas universales que supongo conectan con el público. Yo intentar lograr con el público, no intento nada, hablo de lo que me golpea, atraviesa y emociona con la máxima honestidad posible; la conexión con el público vendrá o no vendrá.
P- Tu labor solidaria y formativa te llevó en 2016 a la cárcel de Valdemoro para preparar obras de teatro con los reclusos. ¿Cómo te ha impactado esta experiencia?
Entré en principio solo para dar una charla, llena de prejuicios, miedo y curiosidad. Esa primera tarde fue inolvidable, me encontré con un grupo humano (al que yo había deshumanizado previamente) y me quedé acompañándolos todo el año. Desde entonces, ahí sigo, ocho años después emprendiendo cada curso una aventura nueva teatral con los chicos del módulo terapéutico.
La cárcel me ha cambiado la vida: He entendido que mis circunstancias privilegiadas son las que han hecho que yo no esté entre esos muros y también que ninguno estamos a salvo da acabar allí por un error. He comprendido que no se trata de buenos y malos, condenados y salvados. Todos cometemos errores, y necesitamos perdón, todos amamos, nos equivocamos, sufrimos… He vivido momentos muy emocionantes, divertidos y también duros dentro de los muros de la cárcel pero, sobre todo, he aprendido a valorar de verdad la libertad y a no juzgar a la ligera.
P-¿La cultura es una fuerza de cambio o mero entretenimiento?
Creo que con mis respuestas anteriores ya he contestado a esta pregunta. La cultura puede -además de entretenernos- salvarnos, hacernos perdonar y comprender, reconciliarnos con el mundo, e incluso, dar sentido a nuestra vida.
P- ¿En qué proyecto estás trabajando ahora? ¿Proyectos de futuro?
Con mi compañía estoy montando el espectáculo Una buena vida con el que recibí el Premio Barahona de Soto por el texto en 2022, también hago la dirección de escena de un proyecto de danza con Antonio Najarro y estoy embarcada en el que quizá sea el proyecto más ambicioso e importante de mi vida: la adaptación cinematográfica de mi obra de teatro Verano en diciembre y que tendré la suerte de dirigir contando con el apoyo de TVE y Movistar. Es un reto y un privilegio poder dar este salto a la gran pantalla con mi ópera prima y hacerlo con un elenco de actrices de ensueño.
P- Ahora que estamos en campaña, ¿qué le reclamarías al futuro presidente del Gobierno?
Sea quien sea, le recordaría que un día nos vamos a morir y que las cosas importantes que nos llevaremos a la tumba tienen mucho que ver con la calidad de los momentos vividos y compartidos con la gente que queremos. El arte, la cultura siempre se quedan relegados a un segundo plano de la agenda política frente a la economía y la industria; sin embargo, como comprobamos en la pandemia, sin música, sin películas, sin series, sin teatro, nuestra vida es más triste, gris y vacía. Llenémosla.
P- Algo que no te hayamos preguntado y desees comentar.
Creo que me he despachado a gusto. Muchas gracias.