Sergio de Diego, bombero de Alcorcón desde 2008, forma parte como voluntario de la ong Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF) con los que se desplazó hace medio año a Siria y Turquía para ayudar a los damnificados de varios terremotos. En esta ocasión, ha viajado con BUSF al vecino país de Marruecos para echar una mano en una catástrofe similar con más de 3.000 muertos, pueblos enteros desaparecidos y miles de heridos.
-¿Cuántos días estuvisteis en Marruecos?
Cruzamos la aduana por Tánger el domingo 10, a las 3 de la madrugada, y dimos por finalizados los trabajos de búsqueda y rescate el martes 12 al anochecer. Se consideró finalizar la fase de rescate porque después de tres días de intenso trabajo de búsqueda no se tenían resultados positivos ni indicios de que lo fuéramos a encontrar a alguien con vida por el tipo de construcciones y colapsos. Tampoco teníamos noticias de otros equipos de rescate que tuvieran resultados distintos: clima caluroso, habían pasado 96 horas (4 días) desde que se produjo el terremoto, con todo esto y por nuestra experiencia, las posibilidades de encontrar a alguien con vida eran casi nulas.
Ojalá, en estos días, nos dieran la noticia de que han encontrado a alguien con vida, esto daría fuerzas a los equipos que siguen allí dejándose la piel. Es frustrante iniciar búsqueda tras búsqueda durante días y no encontrar vida.
-¿Cómo os encontrasteis la situación al llegar a Marruecos?
Más o menos nos encontramos lo que pensábamos. Con las noticias e imágenes que recibíamos desde los informativos y nuestro contacto en la zona sabíamos que iba a ser una intervención diferente a lo habitual en un terremoto. Las edificaciones modernas habían resistido, con lo de modernas me refiero a construcciones de ladrillo, cemento y hormigón, para que me entiendas, muy pocas se habían venido abajo. Son el tipo de construcciones de las ciudades más o menos grandes.
Las construcciones que más sufrieron fueron las casas fabricadas con adobe, una mezcla de barro y paja secada al sol, con tejado de entramado de madera, de una sola planta, algunas de dos. Este tipo de construcciones no tiene ninguna consistencia ante temblores como lo puede tener el hormigón armado: se descomponen en pedazos pequeños y arena. En la cordillera del Atlas, en las laderas de las montañas, hay muchas pequeñas aldeas o casas aisladas con este tipo de construcciones.
Asimismo, sufrieron los caminos y carreteras que llegan hasta ellas, que también recibieron un daño considerable, alargando mucho el tiempo empleado en llegar a ellas.
-Muchas edificaciones son de barro y, si se derrumban, no permiten respirar a nadie en su interior.
Una construcción “moderna” genera huecos de vida, es decir, dependiendo del tipo de colapso, una persona, si tiene suerte, puede quedar atrapada, por ejemplo, en el hueco que forma un forjado de hormigón apoyado en una pared; también se generan huecos por donde pasa el aire entre los escombros y se puede respirar. Dependiendo de muchos factores, como la edad, forma física, si está o no herida, la última vez que bebió, etc.., una persona puede permanecer varios días atrapada en ese “hueco de vida”.
Lo que nos hemos encontrado en la zona del terremoto es que las casas fabricadas con “barro” se derrumbaron totalmente casi todas, pueblos enteros; derrumbes totales con el problema de que como están hechas de “arena” entierran por completo a sus habitantes, sin dejar huecos de vida lo suficientemente grandes para entre una persona. Además, este tipo de derrumbe produce una hermeticidad que no deja que entre el aire al posible hueco de vida y fallezcan las víctimas asfixiadas, si no lo han hecho antes por aplastamiento.
Aparte, muchas de estas casas quedaron literalmente aplastadas por grandes rocas que se desprendieron de lo alto de las montañas y rodaron ladera abajo arrollando todo a su paso.
-¿Qué fue lo primero que hicisteis, las primeras intervenciones?
Llegamos a la zona del terremoto el domingo 10 por la mañana, concretamente a la región de Al Haouz, allí nos reunimos con nuestro contacto en la zona, que nos estuvo informando en todo momento como transcurría la emergencia y recabando información de donde dirigirnos una vez en el lugar.
Nos desplazamos a la zona donde mayor afectación había tenido el terremoto. Iniciamos las operaciones de búsqueda inspeccionando dos edificaciones colapsadas en la localidad de Moulay Brahim.
Finalizado este trabajo y tras analizar nuevas informaciones, junto con un grupo de Gendarmes, decidimos dirigirnos a Imi N`tala. Dicha localidad se encuentra incomunicada por daños sufridos en la carretera y tenemos constancia de que no ha sido atendida por ningún equipo de rescate. Tras un trayecto de tres horas, para una carretera de 17 km., llegamos el domingo por la tarde, comprobando un nivel de destrucción muy elevado, donde ninguna estructura ha quedado en pie. Procedemos al análisis de la zona para el inicio de las búsquedas con los ejemplares caninos. Se desarrollaron múltiples búsquedas sin que ninguna de ellas diera como resultado la localización de personas vivas.
-¿Qué habéis hecho durante estos días de intervención humanitaria?
Nuestras intervenciones en este tipo de catástrofes siempre constan de dos fases, la primera, que es la que acabamos de terminar consiste en la búsqueda y rescate de personas atrapadas bajo los escombros. Nuestra ONG (Bomberos Unidos Sin Fronteras) ya está en marcha con la segunda fase, valorando el envío de ayuda humanitaria. Durante los días 11 y 12 (lunes y martes) cuatro componentes del equipo, entre ellos los dos sanitarios, visitaron alberges, campos de refugiados, centros sanitarios y dos hospitales de la zona para recabar información de necesidades que tengan para envío desde España, como ya hicimos en el terremoto de Turquía, en febrero, mandando tiendas de campañas, sacos de dormir y estufas de leña. La emergencia no termina con el rescate de las víctimas.
-¿Qué materiales y ayuda llevasteis al país vecino?
En esta emergencia el equipo de búsqueda y rescate lo han formado 11 bomberos, 2 sanitarios y 4 perros de búsqueda de personas vivas. Nuestro equipo es autosuficiente, es decir, no necesitamos agua ni comida para los días que se planea que podríamos estar en la emergencia, lo llevamos todo en arcones junto con tiendas de campaña y multitud de herramientas para realizar nuestro trabajo. Incluido material sanitario y medicamentos. Los desplazamientos los realizábamos en dos vehículos furgonetas. Siempre, la comida que no consumimos, la dejamos en los campos de refugiados y los medicamentos en centros sanitarios. Igualmente, los dos sanitarios del equipo, siempre que podían, atendían a la población local realizando pequeñas curas.
-¿Cómo os recibieron los habitantes de las zonas más afectadas por la catástrofe?
Siempre con mucho cariño y agradecimiento, muchísimas muestras de gratitud, aunque con los sentimientos encontrados, alegría de que ven la ayuda que ofreces y la tristeza absoluta de haber perdido a sus seres queridos, sus casas… Es muy duro: de un día para otro lo habían perdido todo.
Hay que añadir que la coordinación con las autoridades marroquíes nos ha permitido realizar nuestro trabajo sin impedimento alguno.
-¿Qué necesitan los afectados por el terremoto?
Aunque nunca volverán a estar como antes de la tragedia, lo que necesitan es volver a la “normalidad”; lo digo entre comillas porque para ellos ya nada será normal tras la perdida repentina de sus seres queridos, y por la forma en que se ha producido. En la mayoría de los casos, ellos mismos los han desenterrado con las manos. Necesitan rehacer su vida, tener un nuevo hogar, volver a trabajar; muchos perdieron su forma de vida, su trabajo. Los supervivientes ahora viven en tiendas de campaña y, aunque en los campamentos de refugiados que visitamos tienen las necesidades básicas cubiertas (agua, comida, abrigo), pensamos que debe de haber zonas muy inaccesibles donde no están recibiendo ayuda.
Es duro, se ve en las caras de la gente la incertidumbre de qué será de ellos, de sus hijos; por eso digo que lo más importante ahora para los afectados es darles un futuro digno para que puedan sobrevivir a esta tragedia.
-¿Qué te motiva a desplazarte de inmediato como voluntario a lugares donde han ocurrido tragedias como Turquía, Siria o Marruecos?
Bueno, siempre he dicho lo mismo, es vocacional, por eso me hice bombero. Hay gente que me dice que no entiende cómo dejamos a la familia y vamos a la otra punta del mundo a arriesgar la vida por personas que ni siquiera conocemos. No sé explicarlo, la necesidad de ayudar me lleva a ello. Al igual que hay muchas personas de otras profesiones que se desplazan voluntariamente para ayudar a los demás, nosotros los bomberos, por nuestro oficio, tenemos la preparación para realizar este tipo de trabajo en las catástrofes, ¿por qué no iba a ir a ayudar a esas personas que lo necesitan si tengo la preparación y los medios?
Tengo que decir que siempre agradeceré el apoyo de mi familia, sobre todo el de mi mujer, cuando fui al primer terremoto en Ecuador en el 2016. Entonces no teníamos hijos; ahora, con dos niños pequeños, cuesta más.